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Un síndrome raro.
A los pocos años de ejercer como psicólogo clínico, tuve la oportunidad de atender a una paciente con el Síndrome de Capgras. Se trataba de una chica llamada Sara, de 30 años de edad, que vivía en una pequeña población rural. Acudió a consulta aquejada de una sintomatología obsesivo compulsiva bastante grave. En el transcurso de su tratamiento tuvimos la oportunidad de analizar cómo en su adolescencia, durante una semana, sostuvo la creencia de que su padre había sido secuestrado y había sido suplantado por un impostor, por un doble que en realidad no era su padre, si no que, según ella creía firmemente, se hacía pasar por su padre.
Síndrome de Capgras. Historia.
Jean Marie Joseph Capgras, psiquiatra francés, fue el primero en reconocer esta enfermedad. La llamó «L’illusion des sosies» (ilusión de los dobles) en 1923.
El Síndrome de Capgras o Ilusión de Sosias es un trastorno delirante. En él, la víctima cree que algún amigo cercano o miembro de la familia ha sido reemplazado por una réplica exacta, que por supuesto, es un impostor. En algunos casos incluso puede existir la creencia de que hay dobles de uno mismo.
Síndrome de Capgras. Caso clínico.
En la búsqueda de la etiología y la comprensión de los síntomas obsesivo compulsivos que padecía en aquellos momentos Sara , habría que resaltar que desde su mas tierna infancia hasta que se independizara del domicilio de sus padres, al quedarse embarazada a los 17 años, ésta había sufrido el acoso sexual y violencia de su padre, alcohólico.
Sara recordaba con angustia como su madre la encerraba en su dormitorio cuando oían que llegaba su padre borracho. Era en un intento de ponerla a salvo de las posibles agresiones y los abusos sexuales.
Sara recordaba como su abuelo paterno, según la relataba su propia madre, también era un hombre alcohólico y violento. En más de una ocasión intentó abusar de su madre sexualmente.
De este modo, Sara era la única mujer junto con su madre en aquella estructura familiar. Ambas padecían a diario la violencia y el acoso sexual tanto de su abuelo paterno, como de su propio padre, de los cuales se tenían que proteger y defender cómo podían, pues por aquel entonces no existían ningún tipo de recurso social, ni jurídico que las pudiera respaldar y rescatar del infierno que eran sus vidas.
El impostor.
Teniendo Sara cerca de los 15 años, recuerda un episodio significativo. Al menos durante una semana, sostuvo la certeza que su padre había sido secuestrado. Había sido suplantado por un doble de él, un impostor hacia el cual sentía un enorme temor y estupor.
Sara convivió día tras día con aquel extraño que se hacia pasar por su padre. Nunca quiso comentar sus sospechas a nadie. Jamás había comentado aquel episodio a nadie hasta recordarlo en el transcurso de su tratamiento.
Sara relató, que al igual que dicho pensamiento apareció, desaparecería con el paso de los días. Sin explicación alguna, de un día para otro, volvió a considerar a esa persona como su padre real.
El relato de este suceso tan dramático, en la actualidad estaba descargado de cualquier rastro de angustia o extrañeza. Lo contaba como una experiencia ajena y sin sentido.
Mecanismos de defensa.
En el empeño por comprender este caso, fue cuando entendí que Sara, al igual que Freud señalara en el Caso del Dr. Schreber, sobre la comprensión de la paranoia, había desarrollado una personalidad formada por defensas básicamente obsesivo-compulsivas, como la mejor de las posibles formas de enfrentarse y combatir las experiencias traumáticas a las que se expuso durante toda su infancia y adolescencia. De este modo, podríamos decir que la personalidad obsesiva en la que se había convertido de adulta Sara, era la mejor de los posibles opciones, psicológicamente hablando. Dicha personalidad obsesiva, había sido capaz de contener y adaptar a Sara ante una realidad loca, donde la prohibición del incesto, era puesta en riesgo diariamente por los hombres de su familia.
La irrupción del Delirio de Capgras que Sara experimentó, fue un intento, afortunadamente fallido, de negar una realidad insufrible para ella. La justificación de su deliro podría formularse del siguiente modo :
«Ese señor tan malo que es violento y nos acosa sexualmente no es mi padre. Es un impostor que se hace pasar por él. Mi padre es bueno y está secuestrado en algún lugar desconocido».
El Delirio de Capgras en este sentido tiene una estructura y una función muy similar al delirio paranoico. Se encarga de separar y escindir de una forma rígida e incuestionable el mundo en personas buenas y malas. Se trata de un mecanismo defensivo primario. La negación de la realidad insufrible es sustituida por otra más tolerable, por muy loca que nos pueda parecer.
Abordaje terapeutico.
Técnicamente, a la hora de abordar el tratamiento de este tipo de pacientes, es muy importante ser cuidadoso. No se deben desmontar sus defensas obsesivas si tenemos la sospecha de que detrás de esa estructura obsesiva neurótica, adaptada y funcional del paciente, subyacen mecanismos defensivos primarios, de carácter psicótico mucho mas desestructurantes y peligrosos para el paciente.
De este modo podríamos concluir que más vale una persona con síntomas obsesivo compulsivos contenida y adaptada, que una padeciendo brotes psicóticos de carácter paranoico en cuanto su realidad sea vivida como frustrante o amenazante.
Autor:
Augusto Castaño Recio – Psique Psicólogos Illescas
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